(Del lat. scribĕre)
un día pensó en escribir un cuento. y lo escribió. un cuento de amor. con princesa y caballero misterioso. y aunque el cuento no acababa como se supone deben acabar este tipo de cuentos, a ella le gustó tanto que se lo creyó.
la princesa Carlota Gato y el Buscador de Señales
Érase una vez... una princesa solitaria que vivía en el Reino de los Sueños. Se llamaba Carlota y por las noches subía a la azotea del palacio aunque nadie la veía. Muchos dicen que se convertía en gato para poder recorrer los tejados a su aire. Por eso le llamaban la princesa Carlota Gato. La princesa Carlota Gato recibía cada día a un apuesto príncipe. Lo hacía para complacer a sus padres, empeñados en casarla. En el Reino había cierta preocupación porque la princesa ya tenía una edad y era hora de dejar de recorrer tejados y sentar la cabeza. Pero a ella no le ponía para nada la mirada de los príncipes, todos vestidos de azul. Ella quería algo diferente. Alguien con quien poder tomar café y reír. Un día se presentó en el Reino de los Sueños un caballero que se hacía llamar El Buscador de Señales porque recorría los Reinos en busca de una señal que le hiciese creer que nunca el tiempo es perdido. El Buscador de Señales tenía ojos de gato salvaje y eso tocó el corazón de la princesa que, en sólo un segundo, comprendió que el misterioso caballero sí entendería su necesidad de recorrer los tejados cada noche. Entonces, El Buscador de Señales le dijo a la princesa que le gustaría que ella le invitase a un café porque él no tenía riquezas materiales. Y Carlota Gato quedó con él a escondidas en un discreto café. Allí, se miraron, se rieron y se sintieron. Y aunque no se atrevieron a decir lo que estaban pensando, tampoco era necesario. Después de tomar aquel café, sabían que ya siempre sus miradas de gato estarían conectadas. Como El Buscador de Señales no era un príncipe azul, en el Reino de los Sueños era imposible imaginar la posibilidad de un compromiso con la princesa Carlota Gato. Así que El Buscador de Señales partió hacia el aeropuerto, en silencio, sabiendo que atrás dejaba la señal que tanto había estado buscando. Y la triste princesa volvió a subir cada noche a los tejados y a hablarle a la luna. Pasaron los meses y ellos, aun sin verse, siguieron en completa conexión. Esperando su momento... Hasta que un día Carlota Gato recibió un mensaje. Y el mensaje decía: "¿Quieres tomar un café conmigo en el mismo sitio de la otra vez? Invito yo". La princesa Carlota Gato escapó esa misma tarde del Reino de los Sueños para cruzar hacia El Buscador de Señales. No miró hacia atrás porque es que ella nunca quiso ser princesa. Por supuesto, en este cuento nadie pudo escribir "se casaron, fueron felices y comieron perdices". Pero dicen que allá donde Carlota Gato y El Buscador de Señales toman un café, se oyen risas siempre, siempre, siempre.
FIN