viernes, 15 de febrero de 2013

carta

(Del latín charta, y este del griego χάρτης)

Llovía muchísimo. Subió de nuevo a casa y cogió el chubasquero. Con tanto viento, el paraguas era cosa de locos. Bajó corriendo las escaleras. Y antes de salir, echó una mirada al buzón. Había una carta. Era una carta de las de antes, con su nombre y dirección escritas a mano. Y era una carta misteriosa porque no llevaba remitente. Mientras intentaba abrirla sin romper mucho el sobre, Ella recordó aquella sensación ya olvidada de ilusión-nervios-curiosidad que sentía de adolescente -cuando la manera de comunicarnos era por correo postal- al encontrar carta en el buzón. 

Leyó: "No soy un loco. O quizá sí. Hago pequeñas locuras como por ejemplo escribirte este anónimo". El corazón se le puso a mil. Pero un vecino entraba en el portal y Ella metió de nuevo la carta en el sobre. Su vecino le preguntó si había visto el coche aparcado que había tumbado uno de los árboles de la acera. Ella le explicó que sí, que era imposible no verlo, y que ya había dado aviso al Ayuntamiento.

Seguir leyendo la carta en el portal no era buena idea. Tampoco podía volver a subir a casa porque ya había perdido mucho tiempo. Salió a la calle, acelerada. Porque iba tarde, tardísimo, y porque se moría de la curiosidad. Pero seguía lloviendo a cántaros y no podía ir leyendo por la calle. Ella pensó en quién podría ser... ¿sería un loco de verdad o un romántico en peligro de extinción o las dos cosas? Llegó a la estación cochada. Corrió para no perder el tren. Ya en el vagón, sentada, más tranquila, abrió de nuevo la carta. Leyó:

No soy un loco. O quizá sí. Hago pequeñas locuras. Pequeñas locuras como por ejemplo escribirte este anónimo. Llevo un tiempo pensando en escribirte y hasta ahora había conseguido que la cordura ganase la batalla. Pero hoy me he despertado y no me dormía. Y a veces, cuando no puedo dormir, me pongo a escribir. Y hoy creo que vencerá la locura. Te estoy escribiendo...

Quería decirte que transmites una onda muy positiva. Quizá sea creatividad. No sé. Tu sonrisa y tu mirada dicen algo más profundo que una simple simpatía, que también la tienes. O quizá soy yo, que te veo así... Es igual, al final, la sensación es lo que cuenta.

Has despertado mi lado adolescente, y te aseguro que lo abandoné hace muchos muchos años. En la vida de adultos, nadie se atreve a decir "me encantas" a la primera de cambio porque pensamos que el que lo dice está loco o por miedo al ridículo o porque no es serio hacerlo o porque ya tenemos una vida hecha y no es ético. Por eso es imposible. Pero no puedo evitar pensar qué hubiera pasado si la realidad de cada uno fuera diferente.

Cuando presientes que hay química, de esa que no encuentras todos los días, una corriente especial, lo sabes lo sientes lo ves casi lo tocas pero... no dices nada. No te dije nada. No es posible. No será. Y aunque no será, quería escribirlo. Y aunque te lo diga cobardemente a través de un anónimo y me meta en tu día a día de esta manera, que no me parece bien del todo, esta noche reina la locura sobre la cordura. Y aunque ni por un momento creo que puedas saber quién soy, si llegases a intuirlo, lo negaré. Mañana, incluso cuando ya te haya enviado esta carta, me lo negaré a mí mismo.

Sonríe y mira mucho. Mucho. Quizá en otra vida nos encontremos. Quizá ya nos encontramos en otra vida. Salud y suerte. Y vino y café y charlas... y una gran película, tu película. 

Esto no se repetirá. Cuídate.
 xxx

Ella frotó su mano contra la superficie empañada de la ventanilla. Si le gusta tanto viajar en tren es porque puede dar rienda suelta a sus sueños mientras pierde su mirada a través del cristal. Quién podría ser. Alguien relacionado con el trabajo casi seguro. En esas estaba, intentando encontrar alguna pista, una señal entre líneas... cuando sonó el móvil. Era un número oculto. Sintió cosquillas en el estómago. Y si fuera... Ella no pudo evitar pensarlo.
Respondió:

- Sí?