martes, 27 de abril de 2010

arcoíris

(Del lat. arcus + iris)

Se avecinaba tormenta pero ella todavía no lo sabía. Igual que no sabía que esa tormenta marcaría por fin un "ya no hay vuelta atrás". Aquella tarde había salido de compras. La época de rebajas estaba avanzando y no se había dado ningún capricho. Compró un vestido y una camiseta Mamatayoe. Dos "trapitos" -como solemos decir las chicas- con adornos de fieltro y con cinta ziz-zag de colores. Tenían un aire muy gracioso, muy en su estilo más de niña que de mujer. Colorines. A ella le encantaban los colorines. Al caminar hacia casa, se echaron encima unos nubarrones grises de tormentón de verano. Es sorprendente cómo a veces sin buscarlo entran en nuestra vida personas grises que pueden llegar a absorber lo mejor de nosotros para convertirlo en energía negativa. Entran disfrazados de luz y color y cuando te han deslumbrado, por sorpresa, comienzan a minar tu autoestima, como si no pasara nada, como si te lo estuvieras inventando. Ella pensaba que el peor error es creer que puedes conseguir que un espíritu gris se pase al lado colorista. Los espíritus grises no suelen cambiar. Pondrás lo mejor de tu parte, confianza, ilusión, amistad... pero es una búsqueda de lo inexistente. Aceptar la derrota duele porque nos hemos dejado mucha energía en el camino. Pero hay que aceptarlo y salir corriendo sin mirar atrás.
Al llegar a casa, Ella estaba empapada. El tormentón le había pillado de lleno. Decidió darse una ducha. Y ya, más relajada, se probó la ropa. Estaba guapa. Se reconoció "mágica". La música que salía a todo trapo de un coche le hizo asomarse a la ventana. Ya escampaba. Miró hacia el cielo y sí, allí estaba el arcoiris. Luego miró al suelo y sí, la luz había creado un deslumbrante sendero. Con el arcoiris, el sendero, la música, su ropa nueva... así, asomada a la ventana, se sintió la protagonista de la película. Fin.