sábado, 8 de agosto de 2009

yoyó

(del francés joujou, juguete)

Cuando su padre le regaló el yoyó nuevo ella se volvió loca. No sólo subía y bajaba, sino que tenía lucecitas multicolor y hacía ruidos estridentes. Era perfecto para ella porque podía pasar el tiempo a oscuras iluminando sus fantasías a ritmo de yoyó. Pero duró poco porque gastaba muchas pilas. Y enseguida lo sustituyó por el flamante tocadiscos, que también le regaló papá. Un maletín portátil de color naranja que era la bomba y en el que ponía singles de lo más yeyé. Y a oscuras soñaba. Inventaba historias en las que siempre siempre siempre, incluso a pesar de los tortuosos obstáculos, su nopríncipe la deseaba y la amaba, y al final todo terminaba bien y ella era rescatada de sus miedos. Menos mal. Es lo que tienen de bueno los sueños. El caso es que todavía guarda en un cajoncito de la habitación del pueblo su yoyó. No, no lo tiró. Ella nunca se deshace de lo especial. Y cada verano cuando abre el cajón, coge su yoyó lumínicoestridente. Sólo para mirarlo. Y sonríe. Porque piensa que su yoyó y ella se parecen mucho. Ella también sube y baja sin parar y se ilumina y hace ruiditos estridentes. Y acaba con el pelo alborotado... Ella es "la chica yoyó".