(Del latín illusĭo, -ōnis)
Revolvió en todos los cajones pero no aparecía por ningún sitio, la ilusión. Basta que busques algo para que no lo encuentres, se dijo. Ya de paso, aprovechó para poner un poco de orden aquí y allá. Hizo un montón con la tristeza, y otro con la rabia y la impotencia, recogió algunas migajas de decepción -eran pocas pero muy molestas-, y aprovechó también para borrar palabras escritas en las que Ella ya no se reconocía. De la ilusión, ni rastro. "Yo juraría que no la tiré", pensó Ella. "Ya aparecerá". Y bajó a tirar la basura.