(Del lat. solitarĭus)
Tenía antojo de matrimonio. Un matrimonio acompañado con vermut de grifo. Anchoa y boquerón era uno de sus pinchos favoritos. Le sabía a gloria. También el matrimonio con hijo, o sea, con aceituna. Pensándolo bien era lo más cerca que iba a estar del matrimonio.
Porque...
Ella de casarse hubiera sido con un superhéroe,
pero los superhéroes quieren ser solteros
como Ella*
*pequeño homenaje a Gloria Fuertes
y su poema Yo de casarme hubiera sido con un dios
domingo, 5 de diciembre de 2010
releer
(Del lat. relegĕre)
Últimamente a Ella le había dado por releer libros y novelas. Encontraba un placer agridulce en leer de nuevo las frases y párrafos que hace años subrayó a lápiz o las páginas señaladas con esquinitas dobladas que indicaban que ahí había algo con lo que se sentía identificada. No todos los libros estaban marcados y esos los volvía a colocar en la estantería y se quedaban sin releer. Esa noche tenía en sus manos Lo raro es vivir de Carmen Martín Gaite. Comenzó a leerlo el 28 de septiembre de 1996. Lo sabía porque en casi todos sus libros Ella ponía fecha y firma. Lo raro es vivir... Ya el título inspiraba tantas cosas... Pasó las primeras páginas, portadilla, portada, dedicatoria, cita, y encontró subrayado el párrafo que da inicio a la novela.
"Hay veces en que lo normal pasa a extraordinario así por las buenas y lo notamos sin saber cómo. De entre la sucesión no contabilizada de gestos, movimientos y vislumbres que van engrosando la masa amorfa de lo cotidiano, se separa de los demás uno de ellos, aparentemente insignificante, y salta como la nota discorde de un pentagrama, se queda resonando por el aire con zumbido de moscardón, qué pasa, ha habido una avería o esto significa el comienzo de algo nuevo, nos miramos las manos, las rodillas, qué es lo que se ha transformado, hacia dónde enfocar la atención, no sé. Y sobreviene el miedo o la parálisis."
Tras su erizante viaje retrospectivo a través de frases subrayadas que Ella pensaba que hoy habría vuelto a subrayar tal cual, volvió al principio. A la página de la dedicatoria. Porque en ella se condensaba el mensaje de Lo raro es vivir:
Para Lucila Valente,
siempre sacando la cabeza
entre ruinas y equivocaciones
con su sonrisa de luz
"Lo raro es vivir (...), y lo más raro es que lo encontremos normal".
Últimamente a Ella le había dado por releer libros y novelas. Encontraba un placer agridulce en leer de nuevo las frases y párrafos que hace años subrayó a lápiz o las páginas señaladas con esquinitas dobladas que indicaban que ahí había algo con lo que se sentía identificada. No todos los libros estaban marcados y esos los volvía a colocar en la estantería y se quedaban sin releer. Esa noche tenía en sus manos Lo raro es vivir de Carmen Martín Gaite. Comenzó a leerlo el 28 de septiembre de 1996. Lo sabía porque en casi todos sus libros Ella ponía fecha y firma. Lo raro es vivir... Ya el título inspiraba tantas cosas... Pasó las primeras páginas, portadilla, portada, dedicatoria, cita, y encontró subrayado el párrafo que da inicio a la novela.
"Hay veces en que lo normal pasa a extraordinario así por las buenas y lo notamos sin saber cómo. De entre la sucesión no contabilizada de gestos, movimientos y vislumbres que van engrosando la masa amorfa de lo cotidiano, se separa de los demás uno de ellos, aparentemente insignificante, y salta como la nota discorde de un pentagrama, se queda resonando por el aire con zumbido de moscardón, qué pasa, ha habido una avería o esto significa el comienzo de algo nuevo, nos miramos las manos, las rodillas, qué es lo que se ha transformado, hacia dónde enfocar la atención, no sé. Y sobreviene el miedo o la parálisis."
Tras su erizante viaje retrospectivo a través de frases subrayadas que Ella pensaba que hoy habría vuelto a subrayar tal cual, volvió al principio. A la página de la dedicatoria. Porque en ella se condensaba el mensaje de Lo raro es vivir:
Para Lucila Valente,
siempre sacando la cabeza
entre ruinas y equivocaciones
con su sonrisa de luz
"Lo raro es vivir (...), y lo más raro es que lo encontremos normal".
jueves, 2 de diciembre de 2010
alboroto
(Quizá del latín volūtare, agitar, cruzado con alborozar, que procede del árabe hispánico alburúz, que a su vez viene del árabe clásico burūz, parada militar previa a una expedición)
Ella tenía cosquillas en el estómago. Sólo podía pensar en su superhéroe. Era un superman misterioso por el que había comenzado a sentir una atracción de esas de "no me preguntes cómo ha pasado". El caso es que superman había llegado volando a su cabeza y se había plantado ahí con la pancarta "no, no, de aquí no me moverás". Se le hacía raro ver a superman en plan piquete pero en estas cosas del amor, una no puede elegir. Llega y llega. Por supuesto, con tanto alboroto mental Ella no era capaz de pensar claro. Así que decidió no pensar. No pensar era algo realmente nuevo. Iba contra su natura de pensatriz. Pero es que Ella estaba harta de hacer lo que se suponía que debía hacer una pensatriz. Al dejar de pensar comenzó a sentir más fuerte las cosquillas en el estómago. Con tanta cosquilla le dio un ataque de risa que, a su vez, desencadenó un ataque de lágrimas. A Ella le gustó tanto la experiencia, ese alboroto de sensaciones, que decidió a partir de ahora pensar menos. Y quizá debería cambiarse el nombre a Sensatriz...
Ella tenía cosquillas en el estómago. Sólo podía pensar en su superhéroe. Era un superman misterioso por el que había comenzado a sentir una atracción de esas de "no me preguntes cómo ha pasado". El caso es que superman había llegado volando a su cabeza y se había plantado ahí con la pancarta "no, no, de aquí no me moverás". Se le hacía raro ver a superman en plan piquete pero en estas cosas del amor, una no puede elegir. Llega y llega. Por supuesto, con tanto alboroto mental Ella no era capaz de pensar claro. Así que decidió no pensar. No pensar era algo realmente nuevo. Iba contra su natura de pensatriz. Pero es que Ella estaba harta de hacer lo que se suponía que debía hacer una pensatriz. Al dejar de pensar comenzó a sentir más fuerte las cosquillas en el estómago. Con tanta cosquilla le dio un ataque de risa que, a su vez, desencadenó un ataque de lágrimas. A Ella le gustó tanto la experiencia, ese alboroto de sensaciones, que decidió a partir de ahora pensar menos. Y quizá debería cambiarse el nombre a Sensatriz...
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