(Del lat. rebellis)
Ella dejó de querer ser diferente cuando descubrió que siendo una del montón era mucho más libre para hacer cosas diferentes.
miércoles, 25 de agosto de 2010
bicicleta
(Del lat. bi-, dos o dos veces, y de cyclus, éste del gr. κύκλος, círculo. En inglés se adoptó como bicycle y en francés como bicyclette en 1880, de donde deriva en español)
Primero fue una Bianchi que papá le trajo de Alemania. Tenía las ruedas gruesas en plan todoterreno y era diferente a las demás bicis del pueblo. Con los años, llegó la BH. Azul. La compraron en "casa Gilsanz". También se transformó en una bici diferente porque su padre cambió el timbre por una bocina gigante que sonaba de miedo, inconfundible. Su padre viajaba mucho porque era conductor de autocar y siempre traía sorpresas de Europa que eran lo último. Pero se la acabaron robando en un verano que se puso de moda pasar con una furgoneta por los pueblos y arramplar con toda bici viviente. Fue un gran disgusto aunque al año siguiente papá la llevó a "casa Filín" y eligieron una flamante BH de ruedas más grandes. Verde. Allí sigue, en el cobertizo de la casa del pueblo. Cada verano su padre la sigue poniendo a punto para Ella, como si todavía fuera una niña. Y cuando Ella llega, lo primero que hace es ir a verla. "¡Salgo a dar una vuelta con la bici!", grita desde el patio. Es comenzar a pedalear y todo cobra una dimensión distinta. Como si nada pudiese afectarle. Este verano fue especial porque Ella vivió un reencuentro con las cosas sencillas de la vida, un estado de no-complicación. Y a la hora de marchar, sintió lo mismo que cuando era pequeña. No quería irse. Ya subida en el coche de papá, mientras se alejaban, se giró para ver cómo las casas se iban perdiendo para dar paso a los campos de girasoles, a los pinares... y, tal y como ocurrió durante muchos años atrás, brotaron las lágrimas.
Primero fue una Bianchi que papá le trajo de Alemania. Tenía las ruedas gruesas en plan todoterreno y era diferente a las demás bicis del pueblo. Con los años, llegó la BH. Azul. La compraron en "casa Gilsanz". También se transformó en una bici diferente porque su padre cambió el timbre por una bocina gigante que sonaba de miedo, inconfundible. Su padre viajaba mucho porque era conductor de autocar y siempre traía sorpresas de Europa que eran lo último. Pero se la acabaron robando en un verano que se puso de moda pasar con una furgoneta por los pueblos y arramplar con toda bici viviente. Fue un gran disgusto aunque al año siguiente papá la llevó a "casa Filín" y eligieron una flamante BH de ruedas más grandes. Verde. Allí sigue, en el cobertizo de la casa del pueblo. Cada verano su padre la sigue poniendo a punto para Ella, como si todavía fuera una niña. Y cuando Ella llega, lo primero que hace es ir a verla. "¡Salgo a dar una vuelta con la bici!", grita desde el patio. Es comenzar a pedalear y todo cobra una dimensión distinta. Como si nada pudiese afectarle. Este verano fue especial porque Ella vivió un reencuentro con las cosas sencillas de la vida, un estado de no-complicación. Y a la hora de marchar, sintió lo mismo que cuando era pequeña. No quería irse. Ya subida en el coche de papá, mientras se alejaban, se giró para ver cómo las casas se iban perdiendo para dar paso a los campos de girasoles, a los pinares... y, tal y como ocurrió durante muchos años atrás, brotaron las lágrimas.
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